La maestra Montserrat Herrera conoció la relación tutora en un taller que se ofreció en la Normal de Zacatecas y posteriormente en un evento en el que participó en el Estado de Nayarit. Monserrat es una de las tres maestras que laboran en la Telesecundaria de Santa Rita y tiene a cargo 17 estudiantes que cursan el tercer grado. Para ella la tutoría ofrece una posibilidad auténtica de profundizar en los temas para aprenderlos significativamente. Pero hasta apenas hace unos meses, se integró a la comunidad autónoma de maestros de Río Grande y pudo retomar el aprendizaje de temas en relación tutora para llevarlo a su aula. Comenzó la comunidad de aprendizaje en el mes de noviembre y hasta ahora sus alumnos cuentan con alrededor de 20 temas que dominan y comparten. 

Nota que los estudiantes se ven más enfocados al estudio y comprenden mejor lo que investigan y leen. Contrasta que, al principio, los estudiantes mostraban indiferencia ante el trabajo, no estaban acostumbrados a investigar y se concretaban a aceptar las indicaciones e información que les daba el maestro. En cambio ahora les gusta indagar en los temas y descubrir por ellos mismos lo que los textos y autores les quieren decir. 

Fernando, un estudiante, expresa: “… antes no tenía ni idea de como hacerle [para investigar] pero ya cuando me fueron explicando y la maestra me dice que me base en palabras clave, como en el “Diablo y yo nos entendemos” me di cuenta de que tenía cáncer porque decía: cuando estoy en la ventana me dice brinca. Investigué en la biografía y me di cuenta que tenía cáncer y que en un momento de su vida pensó suicidarse. Por eso lo escribió. Y así uno se va dando cuenta de qué se va tratando. Uno tiene una perspectiva que de al tiro no es, pero luego se da uno cuenta y cambia todo. Y eso me gusta”. 

Fernando destaca que al principio no quería pasar a demostrar los temas en público; aunque él o sus compañeros sepan mucho, dicen poco pues “como que se les corta la voz”; pero la experiencia le ha ayudado a tener confianza y ahora con sus siete temas, es el primero que levanta la mano. 

Monserrat añade sobre la participación del asesor externo, el valor del apoyo que brinda para reflexionar sobre la mejora de la práctica tutora. Señala que en su práctica había estandarizado ciertos pasos pero, con el apoyo del asesor y de la comunidad de maestros, lograron liberarse de esas estructuras para dar más libertad y diálogo entre iguales.

Por otra parte, uno de los casos notables de nuestra visita a Santa Rita y que comienza a dar frutos, es el de Brayan, un estudiante de primer año que fue diagnosticado con hiperactividad. Brayan pocas veces está quieto y sabe que debe concentrarse, guardar la compostura en su aula, pero la inquietud por conocer el mundo, más allá de lo que le ofrece la escuela es más grande que él mismo. En una de las escapadas que acostumbra, conoció a Apolinar, asesor de Redes quien le ofreció un tema de tutoría. Le gustó tanto la experiencia que rápidamente buscó a sus amigos para ofrecerles el tema y tutorarlos. Dice que lo que más le gustó fue aprender a hacer divisiones de tres números pues no sabía hacerlo. Al conversar con él, me dí cuenta que es un niño muy inteligente, que sabe cuidar caballos pues su padre fue ayudante de un famoso veterinario del pueblo y le ha enseñado; sabe sembrar pues su abuelo se lo lleva al campo y lo deja que opere los tractores, camionetas estándar y automáticas. Se muestra orgulloso de lo sabe y también afirma que la escuela no le gusta porque son muy estrictos y se la pasan renegando. 

El reto que se ha propuesto la maestra Montserrat es extender la comunidad de aprendizaje a toda la escuela para que casos como el de Brayan sean integrados con atención personalizada y respeto a la condición particular que se garantiza cuando se aprende en relación tutora.