Araceli Castillo Macias
La situación
Los proyectos, las agendas y los sueños se pusieron en pausa indefinida a partir de un algo tan pequeño como poderoso, un virus que logró poner de rodillas a todos los sistemas políticos, económicos y sociales. Un virus que nos orilló a muchos a aceptar quedarnos en casa y organizar nuestros compromisos laborales y sociales desde ahí; pareciera un sueño hecho realidad, no más tiempo perdido en los traslados, olvidar el estrés del tráfico y los gastos extraordinarios del café, la colación y la comida en la calle. Todo parecía la condición ideal, aún para aquellos que por cuestiones de solvencia económica nos vimos en la situación del semi home office desde meses previos a la pandemia. Una situación que te permite pensar: Ahora podré enfocarme en las tareas y los compromisos de tiempo completo, ahora podré avanzar en el estudio de temas de interés personal para incrementar y prácticamente renovar mi catálogo de ofertas. La realidad como siempre nos despierta a bofetadas…
El home office ofrece las condiciones ideales para escribir, reflexionar, estudiar, producir, etc. y los días de oficina y de visitas a las escuelas o reuniones de maestros ofrecen las condiciones ideales para intercambiar, compartir, construir, transmitir, etc. ¿La tutoría a distancia? Solo una idea que se sostenía de pequeñas experiencias que la proyectaban como espejismo en el sueño de expansión de una propuesta pedagógica sin paralelo, la relación tutora. ¿La pandemia? la oportunidad de contar con un público cautivo con tiempo disponible y con los medios tecnológicos de comunicación e información a su alcance. De inmediato nuestra imaginación se concentró en la organización para aprovechar el tiempo que nos regalaba la pandemia (quizá un mes o mes y medio), elaborar un plan emergente para continuar la formación en relación tutora a distancia de todos los que participaban en proyectos con Redes de Tutoría.
La propuesta fue enviada desde la primera semana de confinamiento, la emoción era visible y mi mente empezó a imaginar todo lo que podríamos lograr ahora que estaba la mesa puesta; así que esperé los primeros días y conforme estos pasaban la emoción iba disminuyendo, ¿qué sucede? ¿por qué no han elegido tema de estudio y manifestado su elección? ¿Quizá es momento de adaptación, la gente no comprendemos del todo lo que está sucediendo?, después de todo estamos frente un mundo de mucha y muy variada información. Después, llegó Semana Santa y semana de Pascua, días de guardar para muchos. Así que hay que esperar con paciencia a la segunda quincena de abril. Pronto llegarán los mensajes de los tutorados.
Segunda quincena de abril, es tiempo de reactivar el plan emergente, pero pensando en que no todos tienen computadora en casa o servicio de internet, pero que sí tienen un celular a la mano y que utilizan el WhatsApp, nueva estrategia: mandar la información del plan emergente por celular, lo importante era el primer contacto, a partir de ahí podríamos acordar de manera personalizada el medio de conexión que mejor se adaptara a cada uno. Zoom, Skype, Hangouts, etc. La estrategia tuvo éxito, el 73% de los convocados respondieron a esa nueva comunicación: Sí, gracias. Muchas gracias, enterado. Buenas tardes, gracias. Sí, me interesa, gracias.
Sin embargo, sólo 12 de los 69 convocados iniciaron proceso de tutoría. ¿Qué sucede, es un servicio gratuito y no están en las escuelas? La respuesta a esta pregunta estaba tan cerca que no lograba verla: Con entusiasmo iniciaba cada día, 5:30 con un poco de estudio de inglés, un poco de ejercicio y a preparar el desayuno. Acomodar mi lugar de trabajo y levantar un poco la casa. Desayunar en familia e iniciar con las tareas, disfrutando del espacio y la tranquilidad. Hora de preparar la comida, comprar lo que hiciera falta y comer en familia. Regresar a las tareas… las 9pm, hay que ir a dormir ¡todo está en armonía!… Entonces, ¿por qué me siento tan cansada?, ¿por qué no termino de completar las tareas cada día? Así que ahí estaba la respuesta a mi pregunta inicial, justo frente a mis narices: todos nos vimos de pronto involucrados en una dinámica laboral-familiar a la que no estábamos acostumbrados.
Sí, los tutorados también tenían que organizar y armonizar sus actividades laborales con las familiares y varios además con las escolares, pues ahora tenían que apoyar a sus hijos con las labores que les indican sus maestros; que dicho sea de paso se multiplicaron, pues, así como a nosotros, a todos se les ocurrió la gran idea de demandar más actividades bajo la premisa de que estando en casa se contaría con más tiempo para realizarlas. Todos le apostamos a la maravillosa tecnología que ahora nos ofrece la oportunidad de comunicarnos a la distancia como si estuviéramos frente a frente.
Todos o la mayoría tenemos un celular y usamos el WhatsApp, pero eso no quiere decir que seamos diestros en el uso de las plataformas y ni de la tecnología en general; además la conexión a internet no es buena y en algunos lugares es peor. Una característica más de la situación en la que quiso emerger la tutoría a distancia es que para muchos su trabajo, por lo menos la paga, se quedó en pausa y por tanto se están viendo en la necesidad de emplearse para contar con un ingreso. Todo lo anterior y más cosas que no tengo presente en este momento, son parte de la poca respuesta a la invitación para la tutoría a distancia.
La tutoría a distancia
Pese a la situación planteada arriba, las tutorías que se han concretado me han permitido aprender mucho de esta modalidad de la tutoría a distancia, que me parecía era natural, ya que la tutoría se centra en el diálogo para establecer nuevas relaciones de aprendizaje entre tutor, tutorado y el objeto de aprendizaje y la tecnología para la comunicación y la información permite establecer espacios de conversación síncrona, en los que tanto tutor como tutorado pueden verse a los ojos y apreciar el gusto, la alegría, la sorpresa, el desconcierto, el miedo, etc. Sin embargo, esa maravillosa tecnología no nos permite reconocer todo el entorno, no permite esa visión de 360º que se tiene cuando se está de manera presencial y que te permite ver las expresiones del otro, lo que está escribiendo, lo que lo está distrayendo, etc., aspectos que ayudan al tutor a tomar decisiones.
De las experiencias de tutoría virtual a distancia he aprendido cosas como:
- La problemática de acordar tiempos de tutoría. Con la intención de poner la organización al servicio del tutorado, estratégicamente permití a los 18 tutorados que eligieron cada vez día y hora para su tutoría, y para evitar empalmes me he dado a la tarea de compartir con todos los días y horarios que se van ocupando. Esto me llevó a tener días sin tutoría y días con tutorías desde la mañana hasta la noche. Por ello, ahora pienso establecer días y horarios de tutoría fijos con cada tutorado.
- Las limitantes de la calidad de la conexión. Ya que acordamos día y hora de reunión, se develó el segundo desafío, ahí estamos tutor y tutorado con el entusiasmo de trabajar el tema elegido y, de pronto, el diálogo se ve interrumpido por la conexión intermitente; la pregunta u orientación que en la modalidad presencial le imprimen fluidez al diálogo, en la tutoría virtual requiere de repeticiones y de reformulaciones en frases más cortas, más concretas, que eviten trasmitir ideas a medias.
- El insuficiente conocimiento y dominio de los recursos que ofrecen las diferentes plataformas. En el caso de las tutorías en matemáticas y ciencias he visto limitado mi actuar al no incluir herramientas para dibujar y mostrar los ejemplos y contraejemplos al tutorado o visualizar lo que el tutorado está haciendo en su cuaderno. La manera en la que he enfrentado esta situación es hacer una descripción verbal y/o sacar fotografías, pero son estrategias que absorben más tiempo del necesario. Claro que el aprovechamiento de los recursos que nos ofrecen las plataformas también depende de que tanto tutor como tutorado tengas acceso a internet, pues en el caso de los tutorados que solo pueden comunicarse vía telefónica o por WhatsApp es imposible contar con esos recursos.
- El tiempo para la producción escrita. Mi estrategia inicial, para aprovechar el tiempo virtual en ayudar con las dudas, fue mandar las orientaciones iniciales a cada uno de los tutorados y pedirles que mandaran su primer escrito para partir de ahí en la primera reunión de tutoría, sin embargo, esto fue más un obstáculo que una ventaja. Al ver que no se anotaban para las asesorías, me volví a comunicar con ellos para ver cómo iban y en qué podía apoyarlos y, a través de sus respuestas me di cuenta de que el freno estaba en que aún no realizaban su primer escrito; así que fui acordando con cada uno un momento de tutoría y lo que hice fue ayudarles a generar en ese espacio un documento en drive para ir realizando el registro de aprendizaje. Esto ayudó a revitalizar las tutorías, pero aún hay casos en los que la estrategia no permite fluir pues la conexión sólo da para la llamada por WhatsApp; en estos casos el avance es más lento.
- Partir del interés del tutorado. Cuando ofrezco una tutoría de manera presencial ofrezco los temas de mi catalogo para que el tutorado pueda elegir el que más llame su atención, esto me pone en una zona de seguridad por la práctica que he tenido en el estudio de dichos temas. Siempre hay cosas nuevas que las tutorías nos permiten aprender, pero de alguna manera están en terreno cada vez más explorado por mí. Sin embargo, la tutoría virtual me dio la oportunidad de ofrecer a los tutorados estudiar el tema que fuera de su interés y eso me está llevando a preparar nuevos temas, a incrementar mi catálogo de ofertas. Temas nuevos que también me están demandando tiempo de estudio y de los cuales empiezo a explorar el terreno, lo que me pone frente a muchas oportunidades de cosas nuevas.
El proceso con cada tutoría sigue y mi insistencia por integrar al resto de los tutorados también, así que estoy segura de que hay muchas cosas que aún me tiene preparadas la tutoría a distancia. Pero sí es importante compartir, que los tiempos para tutorar y revisar escritos es mucho más del que empleo cuando realizo las tutorías presenciales.