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Pedagogía que aprende de su práctica

Me ha sorprendido que las teorías más prometedoras en el empeño de diseñar nuevos entornos de aprendizaje son aquellas que más respetan a las personas, organismos que están biológica y genéticamente hechos para aprender; teorías que aceptan el principio de buscar deliberadamente sorpresas, y teorías que desafían el monopolio que las instituciones establecidas pretenden tener sobre el discurso, las creencias y las reglas del aprendizaje como actividad individual y social. Mi experiencia reciente me hace sumamente escéptico sobre el futuro de la escuela y enormemente optimista sobre el futuro del aprendizaje. Agradezco a los extraordinarios adolescentes, especialmente a Maricruz y a Scarlet, que me enseñaron matemáticas y poesía, tan bien y tan profundamente, que lograron cambiar mi percepción de lo que soy como aprendiz.

Richard F. Elmore

Gabriel Cámara

El profesor Richard Elmore de Harvard se interesó en conocer directamente lo que exponía uno de sus discípulos, Santiago Rincón-Gallardo, sobre una práctica exitosa en escuelas públicas de comunidades pobres en las que el aprendizaje era a través de tutorías, de las que él era promotor convencido. A finales del 2010 pudo el profesor Elmore visitar la telesecundaria unitaria de Santa Rosa, Municipio de Villanueva en el estado de Zacatecas. Además de observar el trabajo en la comunidad, experimentó directamente la tutoría cuando una alumna de 13 años lo desafío a resolver un problema de matemáticas bajo su dirección como tutora. Para el profesor Elmore la experiencia de Santa Rosa resultó definitiva, porque desde entonces la promueve, escribe sobre ella, envía estudiantes de doctorado a conocerla y regresa a México cuando hay ocasión de vivir y aprender de la práctica tutora en escuelas públicas multigrado. Después de su última visita a Guanajuato escribió un artículo en el que ofrece una de las elaboraciones más informativas, por la maestría con la que articula su experiencia de la tutoría con conocimientos de una larga trayectoria como investigador y crítico de sistemas educativos.

Habla de la tutoría en el contexto de dos temas que estudia actualmente, la neurociencia y la influencia de los entornos físicos en el aprendizaje; dos aspectos importantes en la serie de nuevas perspectivas que la tutoría descubre, conforme se profundiza en la simple pero poderosa teoría educativa que la sustenta. Elmore condensa el contenido de su artículo en el párrafo siguiente:

La tutoría ocupa un nicho muy especial entre los casos ejemplares que habrán de guiar el futuro del aprendizaje; especial por la importancia de lo que enseña y el poder de lo que logra. Es una práctica cuyo diseño lleva a desarrollar una teoría del aprendizaje cada vez más radical y compleja, aunque sostenida en todo momento por la práctica misma. La práctica es relativamente simple, la teoría lleva a entender con mayor claridad y precisión la complejidad del proceso de aprendizaje en jóvenes y adultos. En este sentido la tutoría invierte la relación habitual en las ciencias sociales entre teoría y práctica y genera una cultura centrada en lo que describiría como “la búsqueda deliberada de sorpresas”. La práctica se desarrolla a través de preguntas no de respuestas. La esencia de la relación tutora es dar el mayor control posible al aprendiz sobre lo que quiere estudiar y organizar el diálogo sobre el descubrimiento que él debe hacer, ayudado por su tutor, para no sólo entender lo que escogió, sino cómo y por qué se estructura lo que ahora entiende. La tutoría lleva a razonar y descubrir, no a encontrar pronto la respuesta que el maestro espera. En mi experiencia al recibir tutoría y al observar la que otros reciben cuando es buena tutoría, me ha sorprendido siempre la tensión que se genera y la constante apertura a la sorpresa. El aprendiz va siendo guiado en una búsqueda en la que no está seguro cuál será finalmente el resultado. El tutor, independientemente de las veces que haya dado tutoría sobre el mismo tema, espera siempre sorpresas en la manera particular como su aprendiz aborda y asimila el tema. Las preguntas que se hacen en la tutoría no son para inducir respuestas “correctas” sino para profundizar la comprensión del tema tanto por parte del aprendiz como del mismo tutor. En este contexto lo inesperado es lo más esperado, no algo aberrante que se debe evitar.

Todavía es posible resumir el párrafo de Elmore diciendo que aprender es abrirse a la sorpresa, a nuevas perspectivas, a entender mejor y decidir de manera más certera lo que conviene hacer para seguir aprendiendo y transformar las cosas. Aprender es transformarse para transformar el entorno. La lectura de su texto permite profundizar en el origen de una práctica que invierte la relación habitual en las ciencias sociales entre teoría y práctica y genera una cultura centrada en … “la búsqueda deliberada de sorpresas “. Propongo hacer un inventario de lecciones, nuevas perspectivas, teorías que la práctica tutora descubre y pone a disposición de todos los actores en provecho de una educación pública valiosa y alcanzable. Se trata de generar conocimientos para entender con mayor claridad y precisión la complejidad del proceso de aprendizaje en jóvenes y adultos. El título de estas líneas es Pedagogía que Aprende de su Práctica. Empiezo por argumentar la perspectiva de la tutoría como práctica educativa y hago un breve recorrido histórico sobre lo que se ha aprendido, para retomar después ideas de Elmore y apuntar nuevas posibilidades de transformación en educación básica.

Una teoría se presenta como síntesis afortunada de lo que antes parecía intratable por disperso, la sorpresa en el empeño por responder a un desafío; aunque es en la práctica que se puede comprobar la verdad y la eficacia del atisbo. El cambio educativo es desafío al que nos aventuramos amparados en teorías más o menos explícitas, pero siempre a la luz de una visión particular de lo que es aprender y la manera de lograrlo. En la organización civil Redes de Tutoría, la teoría que explica el trabajo con maestros y estudiantes es tan elemental como es elemental la existencia de comunidades marginales donde hay pequeñas escuelas multigrado de las que no se espera mucho y en las que el aprendizaje es escaso. En los márgenes, la motivación para aprender lo que ofrece la pequeña escuela no descansa en la expectativa familiar, porque no hay seguridad de continuar estudiando. El aprendizaje verdadero será el que surja del libre encuentro de una o un docente, que realmente goza lo que ofrece, con el estudiante que descubre y se acerca a ella o a él con deseo de aprender.

Centrarse en la relación educativa elemental, lo que se ha dado en llamar el núcleo del aprendizaje –la relación de maestro y aprendiz sobre un tema de estudio– permitió descubrir lo indispensable para que el aprendizaje ocurra y revierta deficiencias por las que se menosprecia y relega a las escuelas multigrado. El logro educativo en esas escuelas es tanto más interior y satisfactorio cuanto más carece de incentivos y soportes externos.

En los márgenes la teoría elemental del empalme necesario de capacidad con interés ha tomado forma en el diálogo de tutor y aprendiz, subordinando temas tiempos y modos a lo que el proceso de aprendizaje pida hasta satisfacer intelectual y emocionalmente a los dialogantes. Al coincidir el interés de quien desea compartir un conocimiento con quien desea lograrlo se origina un movimiento en el que tanto el docente como el aprendiz quedan empeñados y no cesan sino hasta alcanzar lo que los convocó inicialmente. El docente, por interés de asegurar la apropiación de lo que ofrece, orilla al aprendiz a demostrarlo de diversas formas: lo lleva a revisarlo, reflexionar sobre él, exponerlo en público y enseñarlo a otros compañeros. La sucesión de tutorías entre pares forma comunidades en las que todos aprenden y enseñan. En estas redes de tutoría la convivencia es tanto o más importante que el tema o la profundidad con que se aprende, porque es el acercamiento respetuoso, veraz y honesto del docente que despierta en el estudiante la confianza y la seguridad con la que se empeña y aprende.

Paradójicamente, en el desfiguro del multigrado es posible descubrir aspectos esenciales –y asequibles– en educación básica para lograr la transformación social, intelectual y humana que necesita el país.

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